domingo, 4 de septiembre de 2011

El Cuauhixti


 
Allá en las estribaciones de la Sierra Gorda, donde la corriente del río Xichú se hace suave, existe un pueblo con raíces profundas de limpio origen prehispánico.
Aquel pueblo pegado a la roca y al río hace siglos era gobernado por un cacíque llamado Chuin -Pájaro Azul- el cual estaba casado con la bella Andonei -Flor- , hija única de un famoso guerrero otomí llamado Anyeh -Lluvia-.
Chuin y los habitantes de Xichú se consideraban protegidos por los dioses, ya que todo era felicidad y abundancia en el poblado.
Mas un día llegó hasta ellos un sajoo -hechicero- quien al contemplar la bella juventud de Adonei, brillándole los ojos misteriosamente, profetizó:
-¡Qué bella es la flor del valle, y qué feliz su poseedor; pero no tardará el día en que el río tragará su vida y entonces será todo lloro y aflicción en este pueblo.
Andoneí, asustada, buscó los ojos febriles del agorero, preguntándole:
-Sajoo ¿puedes decirme cuál será la causa de mi próxima muerte?
-De lejos vendrá un hermoso guerrero que te embrujará con la mirada de sus ojos.Por él despreciarás el amor puro de tu esposo.Todo lo olvidarás; todo lo abandonarás por seguir trás sus ojos brujos que te causarán la muerte.
Cuando el cacique Chuin supo del agüero del sajoo montó en cólera, ordenando al instante que fuera arrojado del pueblo el viejo hechicero y abandonado en lo más intrincado del bosque, en espera de que las fieras lo despedazaran.
Y las órdenes del cacique fueron cumplidas.El viejo sajoo, al quedar libre de sus verdugos, después de emitir una horrible carcajada, gritó con voz estentórea:
-El guerrero Chuin no tendrá simiente de amor, porque el río se la llevará- y volviendo a reir sarcásticamente, desapareció.
Pasó el tiempo y ya nadie se acordaba de las amenazas del sajoo, cuando de las montañas cubiertas de bosques llegó un aguerrido guerrero tenochca, seguido de un gran séquito.
El cacique Chuin salió a recibirlo con todos los honores que correspondía a un embajador del emperador Moctezuma Ilhuicamina.Más cuando el señor Xichú llego frente al desconocido, inexplicablemente el cielo azul y transparente fue surcado por infinidad de rayos cuyos espantosos truenos produjeron pavor en los habitantes del poblado, que terriblemente sobrecogidos de terror contemplaban aquel fenómeno durante el cual, a pesar de la gran cantidad de rayos y truenos, sobre la tierra no caía ni una sola gota de agua.
El desconocido guerrero, recibio de acuerdo a su alto cargo de Tlacatécatl o general del emperador Moctezuma Ilhuicamina -Flechador del Cielo- llamado Coyoltótotl -Gorrión Panalero- iba paso, camino de Tenochtitlán, por lo que pedía hospitalidad hasta que el cansancio desapareciera de él y sus guerreros.
El cacique Chuin trató a su huésped con toda clase de miramientos, por lo que la bella Andoeni se vio en la necesidad de agasajar a tan noble guerrero.
Coyoltótotl era aguerrido, hermoso y delicado en su trato; pero la belleza de sus ojos color de miel, tenía algo maléfico.
Cuando miraba intensamente, había en sus ojos un sortilegio que subyugaba hasta el grado de sentir deseos de obedecer ciegamente el misterioso mandato de sus ojos.
Chuin se alarmó mucho cuando un día sorprendió ala palidez y el ofuscamiento de de su esposa ante la enigmática mirada del guerrero mexica.
Pasaron los días, y un amanecer Andonei decidió ir a bañarse al río como lo hacía frecuentemente, ya que su esposa había ordenado se le acondicionara en un recodo de la ribera un refugio inviolable, allí donde la corriente era suave y tranquila y la vegetación exuberante proporcionaba un recatado albergue.
Cuando la joven iba a disfrutar de su deleite manantial, le salió al paso Coyoltótotl el cual miró intensamente las pupilas serenas de Anonei quien al instante se sintió paralizada y alucinada.
Coyoltótotl avanzó lentamente hasta quedar tan cerca de la bella esposa del guerrero Chuin que podía escuchar el latido de su inquieto corazón.
El guerrero mexica, sin dejar de mirarle los negros ojos, la tomó entre sus brazos sin que la joven intentara evitarlo acabando por besar ávidamente los frescos labios de Andonei, y después enlazándola por la cintura, la condujo a lo más intrincado del bosque.La noche cayó sobre el pueblo, pero la esposa del cacique de Xichú no regresaba.
Por largas horas Chuin estuvo inquieto, pensando en qué le habría sucedido a su esposa, la cual podría haber sido atacada por las fieras, o picado por una serpiente venenosa.
Cuando era más de media noche salió en su busca seguido de varios guerreros que se dispersaron en todas direcciones, en tanto que él se dirigía a la selva lanzando voces.
La noche sin luna hacía más tenebrosa la búsqueda, y Andonei no respondía a su llamado angustioso.
Cuando Chuin estaba más temeroso por la suerte de sus esposa, el tecolote cantó.
Chuin con el corazón destrozado tuvo un terrible presentimiento: ¿Acaso las predicciones del hechicero se habían cumplido? ¿Acaso los dioses había decretado que por siempre perdiera el amor de su amada esposa?
Toda la noche se buscó a la desaparecida, mas nadie pudo encontrarla ni el menor rastro de la joven.
Chuin desesperado la presentía muerta, ya que no contestaba a sus gritos llenos de angustia, y cuando al amanecer, vencidos por el infortunio, pensaba en regresar al pueblo, el canto lúgubre del tecolote le volvió a intimidar.
La vereda por la que caminaba solo, parecía alargarse.Era una senda apenas perceptible que llevaba al corazón del bosque, allí donde un dios solitario y oculto velaba por los seres habitantes de la soledad.
De pronto el guerrero Chuin creyó escuchar voces suaves y delicadas por lo que se detuvo y esperó.El eco de voces proseguía, casi era un murmullo; pero él que era experto cazador, a pesar de la distancia, reconoció el timbre dulce y arrullador de su amada esposa, la cual pronunciaba palabras de amor.
El cacique Chuin, enloquecido de odio, corrió hacia el claro del bosque de donde provenía el lenguaje amoroso, llegando a sorprender a la linda Andonei y al guerreo Coyoltótotl fundidos en un apasionado abrazo.
Chuin, ciego de celos, se avalanzó sobre su rival: los dos hombres entablaron un feróz combate; mas fue el afilado puñal de Chuin el que se clavó en el corazón del guerrero de los ojos brujos.Chuin teniendo sangrante y caído a sus pies a su rival, inmisericorde, le arrancó los ojos que habían embrujado a su esposa Andonei clavándolos en el tronco del árbol más cercano.
Andonei, como si despertara de un largo sueño, al contemplar el cuerpo de Coyoltótotl, el príncipede los bellos ojos color de miel, echó a correr camino del río, y allí donde la corriente era más turbulenta y peligrosa, se precipitó a ella.
¡El augurio del viejo sajoo se había cumplido!
Los años pasaron, y aquel árbol que nunca había florecido un día dio flores y fruto.Era un fruto que semejaba ojos humanos.
Los sajoos que saben interpretar el lenguaje de las cosas descubrieron el secreto.
¡Eran los ojos de Coyoltótotl que el cacique Chuin había clavado en su tronco!
Ellos llegaron también a saber que los dioses, benignos y comprensivos, les volvieron a dar vida con cualidades mágicas.
Aún en nuestros días los yerberos y hechiceros a ese fruto misterioso le llaman Cuauhixti, y lo buscan y recogen su semilla que actualmente llaman "ojo de venado" , la cual aseguran sirve para "ahuyentar el mal del ojo".

Interpretación

En aquel tiempo ellos creían que los hechiceros estaban locos, sin embargo al ver que se cumplían sus profesías, empezaron a creer los que estos decían, es por eso que hoy en dia esos mitos se han ido extendiendo a lo largo de la historia. El llamado mal de ojo no es mas que un claro ejemplo de esas creencias; no solo es ese sino que existen mas mitos como el tradicional hilo que se pone en la frente de los recien nacidos para quitarles el hipo o cuando a los niños chiquitos los brincan mucho según se les cae su mollera, etc. Hay mas, pero esos son de los mas comunes.

1 comentario:

  1. OK. NAYELI HE ANOTADO TUS TRABAJOS, Y EN TU LEYENDA SE DENOTA TAMBIEN LA RELACIÓN QUE TENIAN LOS MEXICAS CON OTROS GRUPOS INDIGENAS Y LA FORMA ENQUE ESTABLECIAN LAS RELACIONES SOCIALES.

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